Bécquer

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER


Gustavo Adolfo Domínguez Bastida nadó en Sevilla en 1836 y que­dó huérfano cuando era muy niño. Desde muy joven se sintió atraído por el mundo del arte en general. A los dieciocho años se trasladó a Ma­drid para triunfar como poeta. A partir de entonces, atravesó dificul­tades económicas que se mantuvie­ron durante gran parte de su vida. El periodismo, el teatro y algunos em­pleos administrativos, además de su dedicación a la literatura, fueron sus principales actividades. Publica buena parte de sus leyendas en El Contem­poráneo, un diario conservador, lo que apenas le permitirá vivir. Bécquer no fue muy afortunado en el amor. En 1858 se enamoró de una cantante de ópera quien parece haber sido la inspiradora de algunas de su famosas Rimas. En 1861 se ca­só con Casta Esteban, con quien tu­vo dos hijos y de la que se separó al poco tiempo.


"Macarra y las rimas de Bécquer"
Programa de la TV Española
Cruz y Raya




LAS RIMAS

La obra poética de Bécquer es breve.
Bécquer expuso su teoría de la poesía en el prólogo al li­bro La Soledad, y en las Cartas literarias a una mujer, aparecidas en un periódico. Allí ha­bla de "una poesía magnífica y sonora, hija de la meditación y el arte, y otra natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye [...]. La primera es la poesía de todo el mundo. La segunda puede llamarse la poesía de los poetas".
Esta con­cepción de la poesía se manifiesta en las Ri­mas, alrededor de ochenta y cuatro compo­siciones breves, de estilo sencillo y gran perfección formal. La temática becqueriana se centra en el amor, la mujer ideal y el desen­gaño amoroso, pero también abarca otros temas: la poesía misma, la soledad y la angustia, la vida y la muerte y hasta llega a tocar el tema del dinero y el arte. 

LEAMOS Y ANALICEMOS LAS SIGUIENTES RIMAS




I

Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de este himno
cadencias que el aire dilata en la sombras.

Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera, al oído, cantártelo a solas.




II

Saeta que voladora
cruza, arrojada al azar,
sin adivinarse dónde
temblando se clavará;

hoja del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde a caer volverá;

gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y no sabe
qué playa buscando va;

luz que en los cercos temblorosos
brilla, próxima a expirar,
ignorándose cuál de ellos
el último brillará;

eso soy yo, que al ocaso
cruzo el mundo, sin pensar
de dónde vengo, ni a dónde
mis pasos me llevarán.


VII

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
     veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en la rama
esperando la mano de nieve
     que sabe arrancarlas!

¡Ay! -pensé-, ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
     que le diga: “Levántate y anda”!




XI

- Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena;
¿a mí me buscas? -No es a ti; no

- Mi frente es pálida; mis trenzas de oro
puedo brindarte dichas sin fin;
yo de ternura guardo un tesoro;
¿a mí me llamas? -No; no es a ti.

- Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible;
no puedo amarte. -¡Oh, ven; ven tú!




XVII

Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado...
      ¡Hoy creo en Dios!




XXI

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Que es poesía?, Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.




XXVI

Voy contra mi interés al confesarlo;
     no obstante, amada mía,
pienso cual tú que una oda solo es buena
de un billete del banco al dorso escrita.
No faltará algún necio que al oírlo
se haga cruces y diga:
Mujer al fin del siglo diez y nueve
material y prosaica... ¡Boberías!
¡Voces que hacen correr cuatro poetas
que en invierno se embozan con la lira!
¡Ladridos de los perros a la luna!
Tú sabes y yo se que en esta vida,
con genio es muy contado el que la escribe,
y con oro cualquiera hace poesía.




XLI

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!
      ¡No pudo ser!

Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme! ...
     ¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque ...
     ¡No pudo ser!



Nacha Guevara canta a Gustavo Adolfo Bécquer
Música de Alberto Favero
Del LP de 1984 "Los Patitos Feos".



LII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
     jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
     ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
     sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día....
     ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
     tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
     ¡así no te querrán!



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